Amelia y la montaña

ESPÍRITU DE LUCHA

Leonora tiene 41 años y canta: es soprano. Pero su pasión secreta y no tan secreta es el montañismo. Y esa pasión es la que ha logrado transmitir a su pequeña hija Amelia, actualmente de 8 años, quien también escala y hace trekking. Ella nació con fisura labio palatina y ya lleva 4 cirugías; la primera fue cuando solo tenía 5 meses de vida. Aún quedan 3 o 4 más.

En la actualidad, Amelia es tratada por un equipo multidisciplinario de fonoaudiólogos, dentistas, cirujanos, un otorrino y un psicólogo. Por su defecto, Amelia ha sufrido de bullying y, por lo mismo, incluso tuvo que ser cambiada de colegio. Sin embargo y a pesar de todo, Amelia es optimista frente a su problema: ella adora ir a clases, tiene muchos amigos y enfrenta con valor el hecho de que aún deberá pasar por unas cuantas cirugías más. Y más aún: Amelia tiene ganas de decirle a todos los demás niños que “no por tener un defecto no podrás cumplir tus sueños”.

EN CONTACTO CON LA NATURALEZA 

Amelia tenía 3 años cuando Leonora la llevó por primera vez a caminar por un pequeño sendero. Con el tiempo, fueron reiterando las salidas y agregaron sesiones de camping. “Ahora, con 8 años, Amelia logró su primera cumbre por sobre los 3.000 m”, cuenta su madre. “Ella me hizo saber que le gustaba el montañismo y que quería llegar más alto”. Por eso, y por prudencia y responsabilidad, Leonora la llevó donde un médico especialista en medicina deportiva. “La idea era que nos dijera si estaba bien hacerlo. Yo temía que el esfuerzo físico pudiese afectar su cuerpecito, pero el médico nos dio el ok, pero con ciertos límites que debemos respetar”. Y así, con cautela, han seguido dando pasos en esta dirección.

Leonora ya tenía una experiencia de varios años en esto. Y le tocaba sufrir lo que le pasa a muchos padres: es doloroso y triste separarse de los niños para ir a la montaña. Pues, a pesar de estar haciendo lo que le gustaba al aire libre, Leonora no era 100% feliz: le faltaba su niña, quien debía quedarse en casa, bajo el cuidado de su abuelita. Por eso, cuando Amelia se integró a las salidas, el regocijo de la experiencia outdoor se multiplicó por mil: “cuando vamos juntas, vivo los mejores momentos de la vida. Estar en la montaña marchando juntas es un sentimiento de amor y alegría que ambas compartimos. En la montaña, así como en la vida, ¡somos un equipo que lo da todo!”, comenta Leonora.

UN CORDÓN UMBILICAL QUE CONTINÚA

La lealtad y la confianza se ganan pasando tiempo juntos, compartiendo momentos. “Y, por eso, que Amelia haya decidido acompañarme en esto ha reforzado mucho más la comunicación entre nosotras”. Es, de hecho, como si el cordón umbilical que las unía en el vientre nunca se hubiese cortado: ahora es la “cuerda” del montañismo la que las mantiene atadas, aseguradas y firmes, así como ha de estarlo una cordada.

“Después de cada salida -habiendo hecho o no cumbre, eso no importa mayormente- terminamos cansadas, pero siempre victoriosas y contentas de la conexión que logramos con la naturaleza y nosotras mismas. Somos una cordada 24/7”, afirma Leonora.

MENSAJE A OTROS PADRES

La historia de empuje de Amelia y Leonora está sirviendo de inspiración para muchas otras cordadas padre/madre-hijo/hija. El mensaje de Leonora, en esa línea, es claro: ¡hay que sacar a los niños a descubrir lo maravilloso que es este mundo! Y, por eso, recomienda que minimicemos el tiempo de exposición a las pantallas y que las salidas no sean únicamente al mall. “A los padres: dejen que sus niños se ensucien, que corran, que huelan las flores, toquen la tierra y sientan cómo vibra… Alienten con todas sus fuerzas a que los niños hagan deportes, ¡todos los que quieran!” Porque eso, en definitiva, redundará en una mejor calidad de vida, una vida más feliz.

¡Sigue las aventuras de Amelia en su Instagram! @amelia_catalina_rios

Y revisa su historia de superación en el siguiente video: