¡Primer ascenso del cerro patagónico La Muela!

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Cristián Donoso

Sigue la aventura de Brito y Donoso a la Sierra de la Paciencia, Tierra del Fuego, que terminó con una hazaña histórica.

KAROKYNKA

Tierra del Fuego: lugar donde la soledad y el viento son parte del paisaje agreste que no deja de maravillar a cualquier ser que transite por este rincón del planeta. Su nombre ancestral es “karonkyka”, expresión selk´nam que significa “nuestra tierra”.

Quien se aventure a estos lados, debe tener en cuenta que en la Patagonia, el clima siempre será impredecible; a partir de la latitud 52 hacia al sur es muy difícil congeniar con el factor tiempo (meteorología); se debe estar preparado para lo peor; y comprender que el tiempo y la geografía imponen su ley. Esto quiere decir: para efectuar expediciones a este lugar, hay que tener mucha paciencia frente al clima patagónico.

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Barco Ambassador, testimonio de un mar complejo de navegar (Estrecho de Magallanes) en el sector de san Gregorio. Foto: Harry Brito.

INICIO DE UNA EXPEDICIÓN

Durante la primera semana de febrero 2022, iniciamos nuestro viaje en Punta Arenas con mucha motivación. El objetivo era explorar la parte sur de la isla Tierra del Fuego y, concretamente, encontrar el acceso y ojalá alcanzar la cumbre del cerro K’AR-CH’ÓOWN-HAW (conocido por los locales también como “La Muela”), hasta entonces inescalado.

 K´AR-CH´ÓOWN-HAW o La Muela

Cerro K’AR-CH’ÓOWN-HAW o La Muela, cuyo primer ascenso fue el clímax de esta expedición. Foto: Harry Brito.

¡Pero algo nos inquietaba! El tiempo no se veía bueno (nuevamente, en la región de Magallanes había un verano con mucho viento); era imposible realizar cualquier actividad con una predicción de viento que superaba los 80 km/h a nivel del mar y variaciones térmicas que en un día significaban pasar por las 4 estaciones del año. Toda persona que realice una actividad al aire libre sabe que es complejo desempeñarse en montaña o mar con el tiempo tan malo y, más aún, en un rincón aislado como lo es Tierra del Fuego.

Fue, entonces, así: partimos desde Punta Arenas hacia Punta Delgada. Allí, al noreste de la capital magallánica, el paisaje es más seco (estepario) y de mejor clima, pero con mucho viento. Empezamos nuestra ruta en vehículo; nos tomó todo un día recorrer el camino hasta llegar al lugar de destino con nuestra carga. Con suerte, en el auto apenas entraban dos personas, pues llevábamos además equipo de montaña y kayak. Y para ir a estos lugares tan desolado debes ir adicionalmente con refuerzos y  repuestos como ruedas extras, combustible (varios bidones) y logística en general, porque si te quedas botado es muy difícil solicitar ayuda inmediata.

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Una logística compleja. Transporte de todo el equipo para la expedición en un legendario Subaru Forester, con su tradicional sistema de tracción AWD. Foto: Harry Brito.

Tierra del Fuego no deja de sorprender: alberga desde pampa desértica y acantilados por el norte hasta montañas y cordilleras con bosques de nothofagus en el sur.

Algo sorprendente que se puede ver en la ruta son los vestigios geológicos, testimonios de la última era glaciar (Cuaternario). Se trata de rocas que empujó el movimiento de los hielos hace más de 10 mil años; también es posible encontrar conchales de los grupos ancestrales que habitaron en sector de bahía Inútil.

LLEGANDO AL DESTINO

Entonces arribamos a Caleta María (ver más sobre este lugar aquí). En verdad, tuvimos que cambiar el plan original por motivos climáticos. Estaba complejo navegar en kayak. No fue fácil sopesar todas las variables y tomar una decisión, porque nuestra expedición involucraba realizar kayak de travesía y el viento no cesaba, con ráfagas que superaban los 90 km/h; en estos casos, no hay nada que hacer, sino solo esperar a que mejore el tiempo.

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Frío, viento y oscuridad tras más de 8 días esperando una ventana aceptable para navegar. Foto: Harry Brito.

Pasamos muchos días esperando la ventana de buen tiempo; los reportes del meteo no eran muy animadores, ya que siempre pronosticaban lo mismo: viento y más viento. Recién al noveno día hubo una ventana aceptable y empezamos a navegar para llegar a nuestro objetivo: explorar la sierra de la Paciencia. Bien puesto el nombre.

EXPLORACIÓN EN EL FIORDO ALMIRANTAZGO

No es fácil navegar en las inquietas aguas del seno Almirantazgo; el viento predominante del noreste siempre levanta rachas muy fuertes y olas que empujan con mucha energía. Pero la motivación y nuestras ganas de explorar seguían intactas; continuamos con mucha precaución hacia nuestro objetivo y felices porque había llegado una breve oportunidad para continuar.

En el seno Almirantazgo tuvimos la oportunidad de avistar hermosos elefantes marinos. Estábamos en el periodo en el que mudan su piel y permanecen un tiempo en tierra. Nosotros llegamos al lugar para poder capear el viento que hacía complicado navegar.

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Llegando a las costas abruptas y acantiladas. Foto: Harry Brito.

ACCESO A LO INEXPLORADO

Lo interesante de esta zona geográfica es que por aquí pasa la gran falla geológica “Magallanes-Fagnano”, lo que explica la peculiar forma que tiene esta cordillera, así como también el intenso deshielo que hubo aquí desde épocas del Cuaternario (10 mil a.C.). Se trata de acantilados y paredes graníticas y pliegues que dan testimonio del dinamismo de la Tierra.

No puedo describir lo hermoso que era el lugar: bosques de ñirre que conectaban con el mar; caídas de agua y una vista hacia un submundo dentro del fiordo. ¡Todo lucía mágico! Por suerte calzó la buena ventana para navegar y buscar por dónde acceder al cerro.

kayak

¡Buscando por dónde subir! Estos acantilados y las numerosas caídas de roca hacían difícil el acceso. Foto: Harry Brito.

ACCEDIENDO AL GRAN K’AR-CH’ÓOWN-HAW (LA MUELA)

Este nombre significa “entre lagos” en la lengua nativa. Y tiene sentido: la mole que teníamos por desafío está geográficamente entre dos lagos de altura. Los lugareños conocen este cerro también por el nombre de “la Muela”, lo que vendría a ser su nombre común o vulgar, ya que, si lo miras desde Caleta María, parece literalmente una pieza dental. No había habido registros de ascensos.

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Cara sureste de La Muela / K’ar-ch’óown-haw. Foto: Harry Brito.

Hallar el acceso no fue fácil. Para ser franco, con Cristian no estábamos seguros de si encontraríamos alguna pasada; además, para llegar arriba, a la parte alta (meseta) y para contemplar el cerro en su plenitud, sería necesario portear carga, buscar una ruta entre el bosque enmarañado y una topología dudosa. También estábamos muy conscientes de que el buen tiempo era muy corto y no había espacio o margen de error; las decisiones a tomar eran claves.

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Y entre caídas de agua y pasillos de turba, la gran tragedia de Tierra del Fuego: castores y sus castoreras. Foto: Harry Brito.

DE LA MESETA A LA MUELA

Después de dos días de portear equipo y llegar al campo 2 (a 500 msnm), nos encontramos con un paraíso único, difícil de describir. Fue emocionante y digno de contemplación; fue, para nosotros, como un lugar sagrado. Las imágenes hablarán por sí solas.

ESCALAR HACIA LO DESCONOCIDO

Toda exploración tiene algo emocionante: se trata de ir hacia lo desconocido. Es raro contrastar lo que se ve en la vida real con la mera imagen que uno tenía de la montaña en un GPS. A cada paso, nos decíamos: “¿y por dónde habremos de seguir ahora?”

Sin embargo, no había tiempo para perder en reflexiones. Sabíamos que la ventana de condiciones meteorológicas favorables no duraría mucho.

En el ultimo campamento, a los 850 msnm, la naturaleza nos regaló uno de los paisajes más impresionantes del sector: vistas únicas hacia cordillera Darwin por el sur y el gran seno Almirantazgo.

Cordillera Darwin

Cordillera Darwin al atardecer. Foto: Harry Brito.

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Terreno labrado por los glaciares; vista hacia el seno Almirantazgo. Foto: Harry Brito.

EL DÍA DEL ASCENSO FINAL

Hasta aquí, todo iba bien: el tiempo nos acompañó de maravilla y no habíamos tenido mayores inconvenientes. ¡Pero no todo puede ser perfecto! Entonces el reporte del meteo no resultó ser favorable; teníamos dos días algo buenos y, después, tendríamos que arrancar porque se avecinaba mal tiempo y -lo peor- mucho viento.

¡Sufrimos una gran incertidumbre! Por lo tanto, decidimos que al día siguiente habría que escalar el cerro y, después, bajar a la costa de la forma que fuere. De lo contrario, podríamos quedar atrapados en nubosidad y mucho viento. Así pues, partimos a lo desconocido; fue así, poco a poco, cómo progresamos, como si algún espíritu ancestral nos hubiese indicado de manera intuitiva por dónde ir.

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La caída de material era inevitable en ciertos sectores; la montaña abre los sentidos para estar alerta y contemplar. Foto: Harry Brito.

EN LA CUMBRE DEL K’AR-CH’ÓOWN-HAW

Navegando con dos GPS (como respaldo) y con un buen ojo llegamos a la salida plana de la montaña; salimos del glaciar y buscamos hasta encontrar el punto más alto (con referencia de vista y con los dispositivos GPS). Y ahí hallamos la cumbre a 1.418 msnm. Según el GPS, la alcanzamos a las 3 PM. ¡Hurra!

Las nubes no tenían intención de retirarse y el viento tampoco, pero no había nada que hacer. ¡Estábamos en la cumbre, por primerísima vez en la historia, y había que celebrar! A modo de premio, traíamos con nosotros unos cuantos dulces (galletas de receta de la abuela, gomitas suizas dulces y duraznos Wasil) para estimular la energía.

EL DESCENSO

Bajar nunca es fácil, más aún cuando tienes viento, poca visibilidad y una topología amorfa. Pero aquí, más allá de la experiencia y el criterio, se trata de saber tomar buenas decisiones en momentos clave. Fue así como, a lo largo de toda la expedición, el trabajo en conjunto conllevó a superar los obstáculos a pesar de las adversidades.

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Bajo la nube se veía todo muy despejado. Foto: Harry Brito.

Después de haber descendido hasta la meseta se empezó a despejar, pero el viento aumentó. Entonces nos lamentamos: “¡Pucha! Qué lástima que no se despejó cuando aún estábamos arriba”. Pero bueno, lo cierto es que no somo nada ante la sabiduría de la naturaleza; nos tocó así no más y, en verdad, en ese minuto solo estábamos agradecidos de la montaña, por haber estado en la cumbre. Estábamos felices, pero todavía faltaba lo más importante: bajar del todo, navegar y retornar sanos y salvos a casa. El pronóstico -lo sabíamos- no era bueno.

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De regreso al campamento base después de haber escalado el gran K’ar-ch’óown-haw. Foto: Harry Brito.

Sin duda, esta fue una expedición “de aquellas”. Más allá del objetivo deportivo, se trata de vivir el proceso de una exploración integral, en donde la fascinación de descubrir y contemplar lugares intocados alimenta el espíritu. Nos entusiasma poder mostrar a la gente las bellezas naturales que aun quedan en este confuso mundo lleno de caos.

HARRY BRITO TORRES dedica esta EXPEDICIÓN en memoria a ELIANA MORENO ARANEDA, Q.E.P.D. (inesperada partida en febrero del 2022). “En la soledad patagónica, acompañaste en nuestro andar”.


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